La novia de arena

Por Ulyses Petit de Murat y Homero Manzi

Corrían los primeros meses de 1827 y arreciaba la guerra entre la Argentina y Brasil por la posesión de la Banda Oriental. En una acción particularmente desigual, el almirante Guillermo Brown perdió dos naves y un centenar de hombres, entre ellos el capitán Francis Drummond, un escocés de 23 años que había alojado en su casa. “Este reloj es para mi madre, este anillo es para Elisa”, dispuso Drummond al saber que se moría. Brown se acercó a la goleta donde el marino agonizaba, tomó el anillo, y se decidió a cumplir el doloroso encargo.

La Elisa nombrada por Drummond tenía 17 años, y era hija de Brown. Los jóvenes se habían enamorado durante la breve estancia del escocés en la casa del almirante, y esperaban el fin de la guerra para casarse. La honda desolación de Elisa al conocer la muerte de su amado conmovió a la sociedad porteña, que se estremeció aún más cuando ocho meses más tarde la muchacha murió ahogada en el río. Más de cuarenta carruajes fúnebres la acompañaron en su último viaje. Buenos Aires generó entonces una de sus primeras leyendas urbanas: Elisa había acudido deliberadamente a la muerte, vestida con su traje de novia, para encontrarse con Francis en las profundidades del río.

La novia de arena se basa libremente en esa leyenda antes que en la historia o la biografía. Los autores toman el asunto con la intención evidente de construir una tragedia de tono elevado, clásico, en la que no faltan los coros, y cuya trama gira en torno del amor y la muerte, el destino y la traición. Para subrayar esa distancia evitan remitir claramente a los sucesos y los protagonistas reales: los enemigos son mencionados como “los imperiales”, Brown es “el almirante”, Francis se convierte en Ricardo; sólo Elisa y su madre conservan los nombres originales.

Ulyses Petit de Murat (1907-1983) y Homero Manzi (1907-1951) fueron principalmente poetas –el primero en las formas cultas, el segundo en las letras de tango– y el tono poético domina el lenguaje de esta obra. Los autores ya habían colaborado en la producción de guiones para el cine, con títulos legendarios como La guerra gaucha (1942), Todo un hombre (1943), Su mejor alumno (1944), y Pampa bárbara (1945); La novia de arena (1945) fue su único aporte conjunto para la escena. Petit de Murat retomaría más tarde el género con Yrigoyen (con César Tiempo) y Un espejo para la santa (con Tulio Demicheli).


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