Cantar de la gesta de Ígor

La historia de Rusia, de la nación que lleva ese nombre, se inicia a mediados del siglo IX, cuando pueblos migrantes provenientes de Escandinavia y que se daban a sí mismo el nombre de rus se establecen en la vasta planicie de la Europa nororiental, liberan a los eslavos del dominio jázaro, y se fusionan con ellos para instalar una dinastía que conduciría la región hasta el primer cuarto del siglo XIII cuando sucumbe a la invasión tártara. Los gobernantes de Kíev, príncipes de todas las Rusias, procuraron mantener la integridad de la nación, amenazada tanto por los ataques de los pueblos nómadas, como por las continuas reyertas entre sus principados.

El Cantar de la gesta de Ígor, la epopeya de la Rusia kievita, eslavizada y cristianizada, narra una frustrada campaña encabezada en 1185 por Igor Svyatoslavic, príncipe de Nóvgorod, contra los polovcianos o cumanos, trashumantes mongoles que hostigaban desde hacía tiempo a los rusos aprovechando la desunión de sus príncipes. Un año antes, el príncipe Svyatoslav, primo de Igor, había logrado reunir los apoyos necesarios como para expulsar a los polovcianos hasta las estepas próximas al Mar Negro. Deseoso de superar en gloria a Svyatoslav, Igor asocia a su hermano Vsévolod, príncipe de Chernígov, en una nueva y poco meditada ofensiva contra los nómadas paganos que termina en desastre.

En sus 218 versículos, el Cantar ofrece un vivo cuadro de época, en el que sobresalen las mezquinas ambiciones de los príncipes, la necesidad de defender un territorio sin barreras naturales contra los invasores, el cristianismo militante que convivía sin mayor conflicto con las antiguas deidades paganas. El poema presenta tres partes diferenciadas en estilo y contenido: la primera, intensamente épica, narra las alternativas de la campaña contra los polovcianos, en la que Igor cae prisionero; la segunda, entre especulativa y lírica, presenta las amargas reflexiones del poeta sobre la imprudencia de Ígor, su pedido a los príncipes para que se unan en auxilio del desventurado, y los sentidos lamentos y conjuros de la esposa de Ígor; y la tercera, nuevamente épica pero más ligera, cuenta la fuga del príncipe, la reacción de los polovcianos, y el júbilo de los rusos por su regreso.

Desde su redescubrimiento en el siglo XIX, el Cantar ha ocupado el lugar del poema épico nacional ruso, y como tal fue trasladado a la ópera (Aleksandr Borodin), el ballet (Sergei Diaghilev) y el cine (Roman Tijomirov). En 1949, los eruditos María Rosa Lida y Yacob Malkiel dieron a conocer, en la revista Sur de Buenos Aires, su primera traducción al castellano, precedida de una introducción rica en comparaciones con el Cantar de Mío Cid. Esta edición digital reproduce esa publicación, y agrega al poema abundantes subtítulos para facilitar la lectura; la traducción, además, ha sido revisada a la luz de aportes posteriores de la filología rusa.


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Un pensamiento en “Cantar de la gesta de Ígor”

  1. Me parece un buen aporte. No conocía el libro. Creo que me a ayudar a comprender mejor la historia de Ucrania y Rusia

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