Miguel Ángel

Por varios autores

Al cumplirse en 1975 el quinto centenario de Miguel Ángel la revista italiana Epoca encargó a cuatro figuras destacadas de la escultura, la pintura, la arquitectura y la literatura para que exploraran la actividad del notable genio creador renacentista en sus respectivas áreas. Esos artículos, que no fueron concebidos como ensayos críticos sino más bien como reflexiones de creadores o estudiosos del siglo XX acerca del legado del gran maestro, son los que aparecen aquí reunidos. Ricos en vislumbres originales y observaciones sugerentes, ellos mismos son merecedores de una mirada desde nuestra época posmoderna.

Giacomo Manzú (1908-1991), escultor, fue un personaje típicamente italiano, comunista y católico a la vez. En la década de 1940 compuso una serie de bajorrelieves en bronce sobre el tema de la Crucifixión, que le valieron el repudio del régimen fascista y de la dignidad eclesiástica. En la década de 1960 el Vaticano le comisionó los trabajos de la Puerta de la Muerte, en la Basílica de San Pedro. Gozó de la amistad del papa Juan XXIII, y recibió el premio Lenin de la Paz, máxima distinción del estado soviético. Su obra, fuertemente influída por los modelos de la antigüedad clásica, exhibe un tratamiento inconfundiblemente moderno.

El pintor Renato Guttuso (1911-1989) imprimió a sus trabajos un sello de compromiso social muy similar al de Manzù, y también él tomó el tema de la Crucifixión como apoyatura para la denuncia del fascismo. Comunista declarado, siguió la línea oficial del partido en cuanto a que el arte debía servir a la lucha de clases. Pero su temperamento desbordante fue más fuerte, y su pintura se alejó de los cánones, incluso los del realismo socialista al que oficialmente adhería, con un manejo del espacio, el color y la luz que para algunos críticos lo acerca mucho más al expresionismo.

El nombre de Ignazio Gardella (1905-1999) se convirtió en la marca registrada de la arquitectura italiana de los sesenta y los setenta, para proyectarse luego como una figura decana siempre solicitada que, al mismo tiempo que escribía su artículo para Epoca emprendía el gran proyecto de la Facultad de Arquitectura de Génova, concluído en 1989. Elegancia, pureza de diseño, son los términos más usados por los especialistas para describir sus obras; en sus últimos años pudieron percibir además una inclinación hacia el posmodernismo, por ejemplo, en la reconstrucción, también en Génova, del teatro Carlo Felice.

Vittorio Sereni (1913-1983), crítico literario, traductor, director de publicaciones de la editorial Mondadori, fue también una de las voces eminentes de la poesía italiana del siglo XX. Mejor podría decirse que su obra constituye el registro poético de las transformaciones de la sociedad italiana durante esa centuria, de sus penurias, sus esperanzas, y sus frustraciones. Las grandes preocupaciones sociales y morales de sus primeros libros (Frontera, Diario de Argelia) van transformándose en temática y lenguaje para acercarse más a la experiencia cotidiana de la vida (Los instrumentos humanos, Estrella variable), en un proceso signado por la desesperanza.

Una nota sobre la traducción: se mantienen en su idioma original las denominaciones seculares tan comunes en la crítica de arte italiana: Quattrocento para el siglo XV, Cinquecento para el XVI, etc.


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Un pensamiento en “Miguel Ángel”

  1. Es un aporte bastante atractivo. “Testimonio”, como tal, es, me parece, el de Manzú. Muy sentido, por cierto.
    La comprensión de M. Ángel continúa; porque no es fácil e induce a equívocos. Lo único evidente e inequívoco es la potencia, la intensidad de su obra total y el hecho de que, salvo en la poesía, realizó obras que van más allá de los medios que empleó y del género en el que se anotan: tienen una resonancia simbólica que deja atrás al reconocimiento del género; cualidades que van mucho más allá de la “calidad”, el “nivel”, el “valor”… Es, como dice Manzú, único, inimitable, inalcanzable…
    Gracias por el aporte a su permanente recuerdo.

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