Lucía Miranda

Por Rosa Guerra

El nombre de Lucía Miranda asoma por primera vez en un capítulo de los Anales del descubrimiento, población y conquista del Río de la Plata, una obra completada en 1612 por el asunceño Ruy Díaz de Guzmán, y llamada luego por costumbre La Argentina manuscrita. Su historia explica un suceso real, la destrucción a manos de los indígenas del fuerte Sancti Spiritu, fundado por Sebastián Gaboto a orillas del Paraná, a partir de un conflicto ficticio: la tragedia desatada por la pasión que la española despierta en dos caciques hermanos. Ni Lucía ni su esposo Sebastián Hurtado, a quienes describe como llegados con la expedición del veneciano, ni Nuño de Lara, el capitán que habría quedado a cargo del fuerte tras la partida del navegante a España, aparecen en los registros documentales de la época.

Sancti Spiritu fue el primer asentamiento europeo en el Plata, erigido en 1527 y arrasado por los indios timbúes dos años después. El relato de Díaz de Guzmán capturó la imaginación de los pobladores posteriores de la zona, la tradición oral lo enriqueció y lo convirtió en leyenda, y los escritores lo incorporaron a la cultura argentina, donde ocupa un lugar propio, ajeno y distinto del de las cautivas de los malones en el siglo XIX. Apareció en la tragedia Siripo de Manuel José de Lavardén, estrenada en el teatro de la Ranchería en 1789, fue asunto de varias novelas, entre ellas la que aquí presentamos, y llegó a la lírica con la ópera Siripo, compuesta por Felipe Boero sobre el drama en verso de Luis Bayón Herrera, y estrenada en el teatro Colón en 1937.

Rosa Guerra (1834-1864), escritora y periodista porteña, ofrece una versión breve y sencilla, muy atenida al relato de Díaz de Guzmán, cuya originalidad reside principalmente en la sensual y sentida descripción del litoral argentino, escenario de los sucesos narrados, y en el audaz perfil humano que confiere a los personajes y sus emociones. Ni la joven europea, fiel a su esposo y enamorada de él, parece del todo indiferente a la masculinidad de los americanos, ni el violento arrebato pasional de los caciques resulta del todo atribuible a su condición indígena.

Esta versión digital sigue el texto publicado en 1956 por el Instituto de Literatura Argentina de la Universidad de Buenos Aires para su serie sobre los orígenes de la novela, modernizando levemente la puntuación para facilitar la lectura.


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