El hecho literario

Por Yuri Tiniánov

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Los formalistas rusos, una generación de críticos que floreció entre las décadas de 1910 y 1930, abrieron rumbos radicalmente novedosos para la teoría literaria. Al poner el énfasis en la especificidad de la lengua poética y la literatura en general, sentaron las bases para los análisis modernos, alejados de los enfoques tradicionales que tenían como base la psicología, la sociología, la filosofía, la estética o la historia de la cultura. Los formalistas razonaron que el lenguaje literario debía tener cualidades específicas, y que los estudios literarios debían orientarse consecuentemente hacia esas cualidades, a las que identificaron como recursos, procedimientos o artificios técnicos. Viktor Shklovsky, figura destacada de este grupo, planteó sin rodeos la idea del “arte como artificio”, y sostuvo que el propósito de ese artificio consistía en crear un efecto de extrañamiento, arrancar las cosas de su cotidianeidad, de su rutina, de su automatización, para hacerlas nuevamente visibles.

Yuri Tiniánov (1894-1943), otro integrante del movimiento, aportó una visión más orientada hacia la noción de sistema: la obra como sistema en sí misma, pero también como parte de otros sistemas, sincrónicos y diacrónicos. Encontró así muchos puntos de contacto con los lingüistas del grupo, como Roman Jakobson, con quien en 1928 dio a conocer unas Tesis sobre el lenguaje que recorren líneas similares a las que el suizo Ferdinand de Saussure había expuesto en sus cursos de la Universidad de Ginebra una década atrás, y comparten con ellas el carácter fundante de la lingüística estructural.

El hecho literario (1924) presenta una multiplicidad de ideas y conceptos sobre la naturaleza del hecho literario según la perspectiva de los formalistas; particularmente sugestiva resulta su interpretación de la historia literaria y la evolución de los géneros basada en una dialéctica de los recursos, que van generando sus reemplazos a lo largo de un eje temporal.

Dostoievski y Gógol (1921), El problema de la lengua poética (1924), y la colección de ensayos Arcaizantes e innovadores (1929), recogen los principales aportes de Tiniánov a la teoría literaria. Escribió asimismo algunas novelas, como La muerte de Vazir-Mujtar (1928), Subteniente Kiyé (1927), La figura de cera (1933), El joven Vitushíshnikov (1933), y las biografías noveladas del poeta romántico Wilhelm Küchelbecker (1925) y del narrador Aleksandr Pushkin (1936-43, no acabada). El ensayo que aquí presentamos fue publicado originalmente en 1924 en la revista moscovita Lef (Izquierda), y recogido más tarde en Arcaizantes e innovadores. Al preparar esta edición electrónica se tuvo a la vista la versión castellana realizada por Rosalía Mirinova para uso de la Cátedra de Teoría y Análisis Literario de la Universidad de Buenos Aires.


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