Ensayo sobre la muerte

Por Emilio de Matteis

Fernando Savater dice que fue en el momento en que tomó conciencia de su propia mortalidad cuando empezó a pensar, a pensar por su cuenta. Entre la filosofía y la meditación de la muerte parece haber un vínculo que Platón fue uno de los primeros en percibir. Cicerón sostuvo que toda vida filosófica no era sino una commentatio mortis, y que estudiar filosofía equivalía a prepararse para morir. Michel de Montaigne propuso en uno de sus ensayos que “filosofar es aprender a morir”. Más cerca de nosotros, George Santayana postuló que “una buena manera de probar el calibre de una filosofía es preguntar lo que piensa acerca de la muerte”, lo que permitió a José Ferrater Mora sugerir que una historia de la “meditación de la muerte” podría coincidir con una historia de la filosofía. Si la filosofía procura desentrañar el sentido de la vida, es claro que no puede dejar de preguntarse sobre el sentido de la muerte, que le es intrínseca.

Muchos pensadores ponen el acento en la coherencia entre la vida y la muerte: no hay una buena muerte si no va asociada a una buena vida, es decir a una vida vivida con arreglo a un propósito o intención que le dé sentido. Francis Bacon decía que quien muere persiguiendo sus fines es como el herido en combate: apenas siente el dolor. Y Baruj Spinoza afirmaba que “un hombre libre en nada piensa menos que en la muerte, y su sabiduría no es una meditación de la muerte sino de la vida”. El autor del ensayo que aquí presentamos tiende a ubicarse en esta corriente: sostiene que el arte es el gran ordenador universal, que la vida es una creación artística, y que el “saber morir” es un problema estético: “la vida sin una muerte estética no puede tener valor para los hombres de pensamiento y de acción sincera.”

Emilio de Matteis (1899-?), escritor y diplomático argentino, pasó la vida en Europa, ejerciendo funciones consulares en varias ciudades. Su producción incluye ocasionales obras de ficción, estudios socioculturales como La abulia mental en Latinoamérica (1963, reeditado por In Octavo en 2016), y trabajos que reflejan sus preocupaciones filosóficas como El ser y el espacio (1966) y Teoría del espacialismo (1967). Su temprano “Ensayo sobre la muerte” apareció en la revista ecuatoriana América en mayo de 1930. Para esta edición digital se ha modificado la presentación gráfica: una profusión de notas a pie de página, de incómoda lectura en dispositivos electrónicos, aparece ahora en recuadros grisados colocados allí donde se encontraban las llamadas originales.


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