Al comienzo del tiempo

Por Fred Hoyle

Al matemático y astrofísico inglés Fred Hoyle se debe la expresión big bang (gran explosión) con que se conoce la teoría de que el universo se formó a partir del estallido de un núcleo original de materia altamente condensada que desde entonces no ha dejado de expandirse. Hoyle, sin embargo, nunca endosó la hipótesis que ayudó a bautizar, y le opuso en cambio la suya propia, que denominó de estado sostenido, según la cual en un universo en expansión, sin límites temporales ni espaciales, hay una creación continua de materia que le permite mantener una densidad constante. Una tercera teoría, la que sugiere un universo de materia y espacio limitados pero en estado de continua expansión-contracción, aparecía a mediados del siglo XX como alternativa a las otras dos. Las tres coexistieron hasta que instrumentos de observación más sensibles acumularon pruebas —especialmente la radiación cósmica de fondo, descubierta en 1965— en beneficio de la hipótesis del estallido original. El estado sostenido de Hoyle fue relegado al amable rincón de las extravagancias científicas, al igual que el modelo cíclico de expansión-contracción. Pero al poco tiempo surgieron las primeras dudas: para que el universo tal como es ahora hubiese nacido de un estallido primordial debieron haberse reunido en ese momento condiciones demasiado especiales como para ser aceptado el caso sin mayor examen. Providencialmente, llegó entonces la teoría de la inflación cósmica, según la cual, en los primeros minutos del estallido, la expansión del universo fue enormemente acelerada, para moderarse después. Esa aceleración inicial pareció resolver los interrogantes sobre las condiciones originales, y desde la década de 1980 la inflación cósmica pasó a ser parte constitutiva de la teoría del gran estallido, y con ella el concepto de inflatón, un campo de densidad de energía de presión negativa que funciona como motor de la aceleración. ¿Y dónde había aparecido ya ese campo de presión negativa? En la teoría de Hoyle, con el nombre de Campo C (campo creativo), motor de la expansión continua del universo tal como la entendía este científico. Investigaciones posteriores permitieron determinar además que la llamada inflación cósmica, lejos de detenerse, se mantiene, y esa expansión acelerada también estaba contemplada en la propuesta de Hoyle. La cosmología continúa aferrada hoy al modelo del gran estallido, pero la evidencia científica no sólo ha respaldado algunas de las intuiciones de Hoyle sino que choca cada día más con la teoría de la inflación cósmica, y por consiguiente con la del gran estallido. Algunos físicos parecen inclinarse ahora por la idea de un universo cíclico, que alterna la expansión y la contracción, como postulaba la tercera hipótesis en boga a mediados del siglo pasado, y para el que no es posible establecer un principio ni un fin en el tiempo, como sostenía Hoyle.

A lo largo de su carrera, Fred Hoyle (1915-2001) exhibió una inteligencia aguda e intuitiva que lo llevó a formular hipótesis tan audaces como, a veces, francamente erróneas; solía defenderlas contra toda evidencia y con irritante desdén por la etiqueta académica. Su mayor contribución a la ciencia tuvo que ver con el origen de los elementos: su teoría sobre la nucleosíntesis estelar fue decisiva para todos los estudios posteriores, y le habría valido el Nobel de física. Pero el comité de selección se negó a halagar a un díscolo arrogante y en 1983 le asignó el premio a sus dos colaboradores en una decisión escandalosa. Las intuiciones de Hoyle desbordaron la ciencia para internarse en la ficción, y desde La nube negra, una novela de 1957, escribió solo o en colaboración una veintena de narraciones, obras teatrales y guiones para televisión, todos de temática especulativa. Su capacidad para exponer de manera sencilla los problemas más intrincados lo convirtió en una figura de referencia para la divulgación científica. En 1958 la revista estadounidense Saturday Evening Post —en el marco de la serie Aventuras de la mente, orientada a exponer las ideas más relevantes de la época en materia de arte, filosofía, ciencia y religión— le encomendó la preparación de un artículo sobre la situación de la cosmología. Ese artículo, un capítulo en la historia de la ciencia, es el que presentamos aquí.


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Un pensamiento en “Al comienzo del tiempo”

  1. Llama la atención que se cite a Hoyle y un ensayo de él del 59.
    Se trata de uno de esos autores brillantes (y algo más que brillantes) que han caído en un cono de sombras. Era realmente audaz y atrevido y escribía con tanta claridad como sea imaginable sobre temas que necesitan una elaboración y una clarificación permanentes. Un cosmólogo podrá decir qué actualidad tiene el presente planteo a más de cincuenta años de distancia. Me parece que, de cualquier manera, no tiene desperdicio leerlo y releerlo.
    Ha sido una grata sorpresa y, en mi caso personal, muy oportuna.
    Enrique

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