Nelly

Por Eduardo L. Holmberg

holmberg1896

Cinco amigos se reúnen en la estancia de uno de ellos para pasar unos días de descanso. Tras algunas partidas de caza, el tiempo se pone malo, la tormenta los congrega en torno del fuego, y la conversación se orienta hacia las experiencias extrañas que a cada uno le ha tocado vivir. Particularmente intrigantes resultan las protagonizadas por el dueño de casa, Miguel, y uno de sus invitados, el inglés Edwin. La primera se desenvuelve en la misma casa que los alberga. La segunda se desarrolla en sugerentes escenarios que desde las islas británicas llegan a Egipto, Grecia y la India. La enigmática Nelly es la presencia-ausencia que vertebra un relato cuyas dos historias principales evolucionan por caminos que incluyen la telepatía y los fenómenos de ultratumba, y terminan por rozarse ligeramente.

Eduardo Ladislao Holmberg (1852-1923) fue médico, naturalista, docente y entusiasta promotor de la actividad científica, además de narrador. Era un hombre interesado por todo, en un momento en que la ciencia emprendía el minucioso registro del Universo y su funcionamiento, y la técnica proveía los instrumentos necesarios para explorarlo y modificarlo. Como escritor, construyó ficciones orientadas antes al entretenimiento popular que al ateneo literario: sus relatos aparecieron en revistas y diarios, en forma de folletín, antes de ser recogidos en libro. Esas ficciones fueron vehículo de otras preocupaciones suyas: por un lado la divulgación científica, por el otro la exploración de territorios paracientíficos, pseudocientíficos, sobrenaturales que en un mundo dominado por el pensamiento positivo ofrecían el atractivo de lo marginal, lo incómodo, lo inquietante.

Holmberg fue precursor en las letras argentinas de géneros como la ficción científica (Viaje maravilloso del señor Nic-Nac, 1875; Horacio Kalibang o los autómatas, 1879), la literatura policial (La casa endiablada, 1896; La bolsa de huesos, 1896), y el relato fantástico (El ruiseñor y el artista, 1876; La pipa de Hoffmann, 1876), en el que se inscribe la narración que aquí presentamos. En Nelly son evidentes las influencias que animan su literatura: un soleado casco pampeano se convierte en una especie de mansión gótica, como habría querido E.T.A. Hoffmann (“Ningún recuerdo vivo palpitaba en sus ámbitos sombríos.”), sus protagonistas aplican el método experimental para confirmar la veracidad de un fenómeno, al estilo de Jules Verne (“—¿Quiere usted que lo comprobemos? —¡Sí!”), la Nelly que da nombre al relato (“—Te lo diré al oído, sólo en el sepulcro.”) evoca a la Ligeia de Edgar Allan Poe.

Nelly apareció en folletín en el diario La Prensa en 1896, con una presentación de Joaquín V. González, y en libro ese mismo año. Esta edición digital reproduce ese texto, modernizando la grafía y la puntuación.


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